Conmueve con cada frase, cada intervención, con su naturalidad y cristalinidad. Thiago Medina sobresale del resto de los participantes de Gran Hermano, por su historia de vida y su bonhomía, que lo convierte en un alma luminosa que dista de una búsqueda de la fama o la banalidad en el reality.
El joven de diecinueve años sorprendió desde la primera gala con sus revelaciones y esa sonrisa gigante. En esa primera noche dejó entrever que persigue un sueño distinto a los otros concursantes y que se entrelaza con mejorar la calidad de vida de toda su familia: anhela comprar una casa.
Sin tapujos y con honestidad, Thiago confesó ante Santiago del Moro que se levanta a la madrugada para rebuscarse el sustento, para lo cual intercala entre trabajar en el Mercado Central o recolectando cartones en la vía pública para “llevar una moneda al hogar”.
Más allá de las estratagemas de muchos de los participantes, Medina camina por otro carril, el de asombrarse con los lujos de la propiedad que lo cobija en el reality. Así se lo ve maravillarse con todo, desde el jardín y la pileta, hasta el gimnasio, con el que por primera vez probó ejercitar el cuerpo en esas maquinarias modernas.
Claro que Thiago activó la atención y el cariño del público y motorizado en ese interés, en LAM fueron a conocer la casa familiar, que se ubica en González Catán. Así el padre y todos sus hermanos abrieron las puertas de la humilde, pero cálida, morada para graficar la cotidianidad del joven.
Brisa, su hermana, no pudo contener la emoción y contó: “Ya lo estoy extrañando. Somos muy unidos y él, como hermano, es un gran ejemplo para todos. Estoy muy orgullosa de él porque la pasamos todos juntos. Y otro pibe de esa edad no pensaría en los hermanos. Justo ayer dijo que nos estaba extrañando. Cada vez que veo el programa lloro".
La mayor de las hermanas, que lució como un sostén de toda la constelación, explicó cómo se las ingenian juntos para conseguir un ingreso: "Yo sé lo que es levantarse a las 4 de la mañana, con frío, con hambre... cuando venís toda paspada... La sufrimos. Yo soy la mayor de la casa y siempre estamos uno para el otro".
Por su parte, el padre también sacó a la luz la entereza de todos y se sinceró: "Como verás, vivimos en una casa humilde. Pero es lo que hay. ¡Y con mucho orgullo!". Mientras que el menor sintió una conmoción y reveló entre lágrimas: "Cinco días antes, nosotros habíamos ido a carretear con él. Estábamos juntando cartones y ahora... ¡Mirá dónde está él!".
