Todavía persiste en la atmósfera la incredulidad por la partida de Gerardo Rozín, ese ser de luz que ascendió de plano el pasado 11 de marzo y que quebrantó el mundo del espectáculo con su desenlace. Ha transcurrido un tiempo, pero para sus hijos todavía hay un proceso de asimilación de la ausencia del conductor.
Claro que cientos de personas lo lloran y continúan en ese periodo de digerir su muerte, pero todo ese dolor se exacerba en los seres queridos, sobre todo en sus hijos. Así, Carmela Bárbaro, la ex esposa del rosarino, compartió una descripción de cómo lo lleva la pequeña Elena.
Respecto al modo en que transita la adolescente de doce años, la periodista contó: “Ella tiene dudas, tiene preguntas, yo insisto en que la figura del papá está presente. Todavía está su presencia, hay marcas, hay legados y eso va a estar siempre, si pienso en lo que necesita, es que no sea un tema tabú. Lo difícil es sostener la rutina, el mundo sigue a la misma velocidad pero vos no estás a la misma velocidad”.
En diálogo con Catalina Dugli, en su ciclo radial, Bárbaro aportó más pormenores de la estrategia que intentó ejecutar para su pequeña. “No hay una manera de prepararse porque nadie está preparado. Yo soy una mujer adulta y no estoy preparada para que parta mi padre. Pedí ayuda y me apoyé en profesionales, me aconsejaron ir despacio, con información de lo que sucedía en el momento sin adelantar”, expresó.
Así también narró el mecanismo que realizó con su hija durante la evolución del cáncer de Gerardo: “Las enfermedades son progresivas, van apareciendo cositas, síntomas nuevos. Por eso no había que dar una noticia impactante de golpe, era ir contando lo que iba pasando en el momento”.
En cuanto a la determinación de Rozín de guardarse para su privacidad la detección de la enfermedad, Carmela opinó: “Creo que fue haciendo lo que él sentía que tenía que hacer, yo agradezco mucho que se haya respetado la voluntad de guardarse esto para la intimidad. Fue un gesto de cuidado, él no lo hizo por él, lo hizo por sus hijos. Él no quería que pasen por eso y preservó la cotidianidad de los chicos para que sigan adelante, que pudieran seguir adelante sin esa mirada ajena”.
