El durísimo relato de Nacha Guevara sobre su infancia que explicaría su carácter “raro”: “A la hora de comer recibía palizas” – Revista Paparazzi

El durísimo relato de Nacha Guevara sobre su infancia que explicaría su carácter “raro”: “A la hora de comer recibía palizas”

La jurado del Cantando contó la violencia cotidiana a la que la sometía su mamá, particularmente al sentarse a la mesa. 
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Se sabe: el carácter complicado (o más bien, “jodido”) de Nacha Guevara es proverbial. Lo confirman los participantes del Cantando en cada una de sus devoluciones, súper exigentes. Y ahora, ella misma se encargó de explicar lo que podría ser la raíz de su modo de ser: una infancia marcada por el maltrato y la violencia que recibía día a día en su casa, de parte de su mamá.

"Tuve una madre maltratadora. Y conocí a mi padre a los 46 años. Ya vine rara. Sigo siendo rara, y me gusta. La hora de comer siempre fue un tormento para mí, recibía muchos castigos, palizas", dijo Nacha Guevara en un ciclo de entrevistas de Infobae en la que recordó un episodio traumático de su niñez que da cuenta del durísimo ambiente en el que creció.

Guevara recordó que ya desde chica no quería comer carne, pero que su madre insistía “camuflándole la comida”. “Un día ella me camufló unos zapallitos rellenos a los que les puso carne. Yo tenía cinco años, pero cuando los probé me di cuenta de que eso no era vegetal y decidí no comerlo”, empezó.

Pero lo que podía ser un simple hecho se convirtió en un calvario para la pequeña Nacha: “Lo que sigue de ahí en adelante son cinco horas de tortura. De palizas, golpes, insultos, de ponerme el plato en la cara, una pesadilla”.

"Fueron cinco horas de tortura. De palizas, golpes, insultos, de ponerme el plato en la cara, una pesadilla”.

Según comentó, fue un “tío salvador” quien pudo ponerle un límite a las descargas de furia de la mujer con la niña. “Apareció y me sacó de los brazos de ella, que me dejó marcada por la paliza", aseguró.

"Hasta que apareció un tío salvador y me sacó de los brazos de ella, que me dejó marcada por la paliza".

"Yo no comí los zapallitos; ese fue mi primer acto de rebeldía", agregó Nacha, satisfecha, y cerró la historia contando que, años después, cuando se reencontró con su madre después de su tiempo exiliada, ella le volvió a preparar zapallitos rellenos, con carne, por supuesto. “Esa era mi mamá”, concluyó.

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