Martitegui de acá, Martitegui de allá, Martitegui esto, Martitegui lo otro, ¡Grande Martitegui!, "cómo te banco Martitegui", "Martitegui sos crack", "Martitegui te fuiste mundial", "A Martitegui lo banco pero en este se re zarpó". Uno a uno, los comentarios se fueron sumando y Germán Martitegui, de buena a primeras, se volvió viral y tendencia en las redes sociales. Curiosamente, por un video que no protagonizó y con el que no tuvo nada que ver.
El mundo virtual es así. Tiene sus propias reglas, su propio vocabulario y su propio ritmo. Las cosas se dicen mucho antes que en cualquier otro lugar -sean ciertas o no, no importa mucho esa circunstancia-, hay estructuras que indican chistes, burlas o cosas graciosas y así como abundan los odiadores y los mensajes cargados de mala espina también sucedieron buenas acciones: desde gente que encuentra cosas perdidas hasta parejas que se forman. Así que hay de todo, como en botica.
En las primeras horas de hoy empezó a circular un particular video lleno de acción: en un pequeño reducto que no permitía identificar su origen comercial (luego se sabría que era una pizzería) se alcanzaba a ver un grupo de gente parada y esperando ser atendida por detrás de un mostrador. Hasta ahí, todo parecía suceder con normalidad y en medio de un marco de absoluta serenidad.
Pero de golpe y porrazo una circunstancia alteraría la aparente calma. Alguien salía "del otro lado del mostrador" y se metía entre la gente. Su actitud no era pasiva, para nada. Primero le aplicaba un rotundo derechazo a una persona de estatura baja y le quitaba algo de las manos. Luego encaraba a otro muchacho: tras pegarle un cabezazo, los echaba a los dos a patadas. No era lo único que hacía. Al volver, les devolvía a unas chicas un celular: el primero de los agredidos les había robado el aparato en un movimiento difícil de advertir. El otro "anestesiado" por el golpe era su cómplice.
¿Qué pasó entonces? Que cuando se dio vuelta y quedó de frente a la cámara -por más que las cámaras de seguridad nunca entregan imágenes ciento por ciento claras ni muy precisas- el justiciero "era igual a Germán Martitegui". De contextura robusta, calvo y con una suerte de barba incipiente sobre el rostro. Entonces, Twitter explotó de menciones señalando al cocinero como el hombre que había "hecho lo que todos hubiéramos querido hacer".
Sin "comerla ni beberla" -nunca mejor dicho- Martitegui pasó a ser un inesperado héroe en la fría jornada del primero de junio. Alguien, un rato más tarde, tiró la posta: los hechos no tuvieron lugar en Buenos Aires ni en alguno de los comederos del más malo de los jurados de Masterchef. Ni siquiera en la Argentina: sucedieron el sábado pasado en la pizzería de la calle San Jerónimo, en Donostia, España. Genial.
