Luego de su relación con Paola Krum, madre de su única hija, Eloisa, quien en la actualidad ya tiene 11 años, Joaquín Furriel siempre fue de conservar bajo siete llaves todo lo relacionado a su presente sentimental. El galán ha demostrado que su perfil no es compatible con la exposición cuando no la llegada de las cámaras tiene que ver con situaciones que suceden fuera de sus ámbitos laborales.
Sin embargo, su vínculo con Eva de Dominici se diferenció del resto. Tal vez por tratarse de una pareja mucho más joven que él (le llevaba 20 años), el actor tuvo que aggiornarse con la nueva era y con la cultura de las nuevas generaciones, que quieren mostrar, exhibir, por las redes sociales. Pese a pertenecer a camadas distanciadas, ambos llegaron a compartir la convivencia y hasta Eva consiguió establecer buena onda tanto con Eloisa como con la propia Paola.
Y el adiós que le puso punto final al amor aparenta haber sido coincidente con los períodos de prosperidad conyugal. En una nota con Gente, Joaquín admitió que al margen de haberse separado, siente una gran felicidad por la maternidad de su ex junto a Eduardo Cruz, hermano de Penelope.
"La noticia (del nacimiento del nacimiento de Cairo, el pasado 7 de octubre) me puso muy contento. Eva me habló de sus ganas de tener la experiencia de vivir en Los Angeles y la estimulé a hacerlo, la acompañe. Ella está bien. Eduardo, su pareja, vive allá y eso es muy bueno. Es español parte de una familia de artistas. A mí me da felicidad que la madre de mi hija (Paola Krum) e Iván (Espeche), su pareja se lleven tan bien y se acompañen, y que mi hija conviva con los hijos de él", opinó Furriel.
Luego, sin embargo, reconoció que fue el primero en enterarse: "No me sorprendió que Eva me contara primero que a los demás sobre su embarazo. Cuando tenés encuentros en la vida, por algo se dan. Hay cosas para aprender del otro y viceversa. No poder seguir creciendo en una relación no significa nada más que eso, hay que dejar que el otro lo siga”.
Todo bien entre Joaquín y Eva. Por lo menos de parte el galán, no hay celos ni rencores. Hay afecto y cariño.
