Sin escándalos no hay realitie. Sin denuncias de acomodos y favoritismos imposible que haya suceso. Los últimos bombazos de Telefe aplican perfecto para esas teorías: estuvieron rodeados de sospechas y la rompieron en el rating. Todos. Desde "Samantha de Bake Off" hasta los de ahora, en La Voz, pasando por las supuestas ayudas a Claudia Villafañe, la Griega Xipolitakis o Georgina Barbarossa en Masterchef, los bochornos le pusieron picante a los concursos. Y la gente corrió a verlos.
La Voz Argentina arrancó como para darle el golpe de nocaut definitivo a un Showmatch que este año está groggy y recostado contra las cuerdas, donde se refugió para eludir los mazazos que le tiran del otro lado. Sus mediciones no bajan de los 20 puntos mientras que la "Academia" del 13, a pesar de los titánicos esfuerzos de Marcelo Tinelli, ya no llega ni a los 10. Aunque cueste creerlo, la pelea parece desigual.
A poco de salir a pista, La Voz ya tiene varias acusaciones sobre el lomo. La última, y quizás más fuerte, recae sobre una "violación a los reglamentos" en las que incurrió la producción al aceptar como participante a alguien que ya había concurso (y ganado) en otro certamen que se llevó a cabo en la misma emisora, algo que esta tajantemente prohibido. En Intrusos lo descubrieron, y se armó.
Abigail tiene 26 años, es de Isidro Casanova, al oeste del Gran Buenos Aires, es profesora de canto, estudia música y canta en una iglesia evangélica.
Hace un tiempo, Abigail Ledesma participó de una competencia que se llevo a cabo en un programa que era conducido por Zaira Nara y Diego Pérez. No sólo cantó, sin que fue elegida como la ganadora de aquel certamen. Claramente no podía formar parte de La Voz. Igual lo fue, y su voz increíble convenció a los jurados pero no a los "investigadores", que hoy todo lo descubren y se dieron cuenta de la "tramoya" que se estaba gestando allí. Intrusos puso el video en el aire.
Abigail es una joven de 26 años que desde chica descubrió que la música es su pasión y que su voz podría ser arrolladora sobre los escenarios. Desde esa misma época patea las calles del oeste del conurbano. Es de Isidro Casanova, en el corazón de La Matanza, y como todos los que son de allí tiene una parte de su corazón simpatizando con Almirante Brown, el club del barrio.
Abigail canta en una iglesia evangélica de la zona, está recibida de profesora de canto pero sigue estudiando música porque algo que le interesó desde siempre es cultivarse y llegar lejos con su vocación. En su familia son muy creyentes y creen que Dios la puso en ese lugar por algo. Ella piensa mas o menos parecido. La gente, incluidos los jurados, también. Cuando la oyeron, todos dijeron que canta como los dioses.
