Con una vasta trayectoria como actriz, Reina Reech sorprendió a todos al recordar durante una reciente entrevista el terrible accidente que sufrió mientras filmaba una película de Olmedo y Porcel junto a Patricia Dal y que la dejó al borde de la muerte.
“Estábamos filmando una escena donde nosotras dos salíamos cabalgando. Y ella no sabía montar a caballo. Había un muchacho ayudándonos, que agachado para que no lo vea la cámara, agarraba los dos caballos y los iba llevando para la escena y siempre se le veía la cabeza, pasaba una cosa o la otra”, comenzó su relato en diálogo con la web de Radio Mitre.
"CAÍ DESMAYADA PARA UN LADO Y POR SUERTE EL CABALLO SE FUE PAR EL OTRO LADO PORQUE SINO ESTARÍA MUERTITA".
Luego, la actriz contó que los productores le pidieron a su colega que hiciera la escena sin la ayuda del muchacho. “Ella dijo que sí y cuando agarró las riendas le estiró el estribo al caballo y salió volando el animal. Ella soltó las riendas y empezó a gritar”, explicó.
Entonces, Reina recordó que fue a ayudarla. “Era la única que estaba a caballo, le pegué al caballo y me puse atrás de Patricia. Me le puse a la par, agarré sus riendas, paré su caballo y cayó de traste por arriba del animal sobre el pasto y mi caballo estaba totalmente desbocado y yo con los nervios de toda la situación”, explicó.
Sobre el momento del accidente, Reina recordó con crudeza: “Estaba toda mal puesta y cuando ella cayó estaba con el caballo sacado y vi un árbol enorme y tiré las riendas para frenarlo, sin poner la cabeza de costado y me dí la cabeza del caballo contra la mía. Y ahí caí desmayada para un lado y por suerte el caballo se fue para el otro lado porque sino estaría muertita”.
Por último, Reina explicó que el desenlace fue penoso porque además de poner en riesgo su vida se quedó sin el papel en el filme. “Me rompí la nariz. Fue caótico. De ahí fui a la clínica. Me quedó el tabique en el medio del pómulo. Fue por salvar a Patricia Dal que se cayó de un caballo y después hicieron la película sin mí porque estuve con el yeso dos meses”, cerró. ¡Qué bajón!
