Sergio Verón habló de su nueva vida familiar tras la adopción de sus hijas adolescentes: “Tenían miedo de que…” – Revista Paparazzi

Sergio Verón habló de su nueva vida familiar tras la adopción de sus hijas adolescentes: “Tenían miedo de que…”

El profesor de Educación Física y su pareja, Franco Verdoia, cumplieron un año como papás tras adoptar a dos hermanitas.
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“Cumplimos un año de la experiencia más hermosa. Gracias por habernos elegido para ser sus papás”, expresó Sergio Verón hace unos días, cuando festejó junto a su Franco Verdoia y su hijas, Ariadna y Cristal, su primer aniversario en familia, una aventura que nació en plena cuarentena, cuando se conocieron con barbijo.

Fue un año en el que todos crecieron y en el que pasó de todo, ya que debieron adaptarse mutuamente, lidiar con muchos miedos, de un lado y del otro, y aprender a ser padres.

“El 3 de junio celebramos un año desde que nos conocimos y en casa hubo una fiesta para los cuatro, con una torta, globos, dibujitos, juegos. Es una fecha que ellas tienen muy grabada porque fue el primer día que nos vimos, en el máximo rigor de pandemia, y el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes del Gobierno de la Ciudad estaba vacío, parecía un lugar fantasma”, contó Verón a La Nación.

Así fue la primera prueba de vinculación: todos con media cara tapada y ante una cámara Gesell. Y poco más de un mes más tarde, el 31 de julio, las chicas se mudaron a su casa.

“Una de las cosas que nos habíamos propuesto con Franco es que los cuatro pudiéramos elegir juntos lo que a ellas les gustaba: las sábanas, los acolchados, los adornos, las lámparas. Entonces, en la habitación estaba el espacio acondicionado, pero los detalles no”, recordó sobre ese cuarto que decoraron con dedicación.

Sin embargo, tal como aseguró Sergio, los primeros meses “fueron duros”: “Todas las noches alguna de las dos se aparecía en nuestro cuarto diciendo que tenían pesadillas, pero no porque tuvieran miedo o no quisieran estar en casa, sino que afloraron muchas cosas”.

“En plena madrugada preguntaban dónde estaba su mamá y era algo que ni nosotros sabíamos porque no teníamos acceso al expediente ni nos daban información”, contó, y agregó: “Les prometimos que íbamos a trabajar en encontrar a su mamá, y finalmente lo hicimos, en el cementerio de la Chacarita. El 2 de mayo fue su cumpleaños y fuimos a llevarle flores, pusimos una placa y de alguna manera, fue un cierre para ellas”.

Además, luego del entusiasmo inicial de “vivir como en una pijamada”, arrancaron los roces típicos de la rutina con chicos. “Empezaron algunos roces, el ‘no me quiero bañar’, ‘no me quiero lavar los dientes’, ‘no quiero estudiar’. Sin dudas ellas nos ponían a prueba todo el tiempo porque esos berrinches y esas formas de actuar, en otro momento de su vida, significaba que las molían a palos y acá eso nunca se dio”, señaló.

“En plena madrugada preguntaban dónde estaba su mamá y era algo que ni nosotros sabíamos porque no teníamos acceso al expediente".

Asimismo, contó que las nenas tenían miedo de que las devolvieran al hogar, algo que vieron más de una vez. “Fue difícil; sentíamos que hacíamos las cosas mal, pero el equipo de psicólogos y psicopedagogos nos decía que esas cosas suceden”, indicó.

De a poco, ellas fueron ganando confianza y "entendieron que, pase lo que pase, no vamos a maltratarlas”. “También teníamos que poner límites, entendieron que en casa se habla, no vuelan ni se rompen cosas. Les hicimos entender que no íbamos a pegarles, que podíamos hablar y entendernos”, dijo.

Y cerró, feliz con lo que están construyendo: “Hoy somos una familia. También dimos con una hermana más grande, una chica que estudia, trabaja y es muy sensata. Y rearmamos ese vínculo y cada tanto se van a dormir a la casa de ella, y ella viene a comer a casa. Y tienen otro hermano al que volvieron a ver”.

¡Hermosa historia de amor!

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