Tamara Paganini es una de las participantes más recordadas de Gran Hermano. Si bien pasaron muchísimos jugadores por el reality de convivencia, ella es una de las que transcendió la barrera de la fama efímera.
Frontal y sin vueltas, la rubia quedó en la memoria de los consumidores de tevé –a partir de 2001- aunque ya lleva varios años de perfil bajo, sin querer ser protagonista de la exposición que supo tener.
A dos décadas de su estallido mediático y después de haber tenido su paso por el mundo del teatro, la gringa defiende su intimidad y el perfil bajo que persiguió y consiguió
En pareja con Sebastián Cavalieri, hijo del conocido Armando, el eterno secretario general del Sindicato de Empleados de Comercio, Tami apostó a un radical cambio estético.
Su clásica melena rubia, que tantas pasiones despertó, ahora quedó en el recuerdo. En cuarentena, Paganini se “antojó” por un cambio de look y lo concretó.
A más de 20 años con el mismo look, la gringa se animó a un cambio rotundo.
Lejos de teñirse de morocha o de colorada, los tradicionales tonos a los que apuestan las rubias, ella quiso una renovación más colorida. Y eligió el fucsia para lucir de ahora en adelante.
Con la ayuda de una joven con experiencia en tinturas, Tami se mostró ansiosa por conocer el resultado final, cuando el producto se secara e hiciera efecto sobre su tonalidad.
Y tal cual se esperaba, quedó conforme con la nueva imagen que le devuelve el espejo, donde se ve con su cabellera hasta la altura del pecho con un color primaveral.
Es que si bien cerca de entrar al invierno y todavía hay que atravesarlo hasta que llegue la época en que vuelvan a florecer los árboles y se instalen las temperaturas cálidas, Paganini cree que ya es tiempo de ponerle color a su vida. Y si eso la hace feliz, no hay motivo para discutirlo.
