Gabriel Oliveri, el mejor amigo de Pampita, recordó su dura experiencia suicida – Revista Paparazzi

Gabriel Oliveri, el mejor amigo de Pampita, recordó su dura experiencia suicida

Gabriel Oliveri habló de su dura infancia
En una nota que le dio a Radio Continental, habló de esos momentos traumáticos y dejó un mensaje esperanzador: "Siempre hay cosas por descubrir, la vida merece ser vivida"
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Ni Jorge Rial, ni Angel de Brito, ni Yanina Latorre ni la dupla Lussich-Pallares. Aunque parezca mentira, quien más y mejor conoce todos y cada uno de los secretos de los famosos es Gabriel Oliveri. Desde su puesto de gerente de las más importantes cadenas hoteleras -y sobre todo desde su don de gente- se granjeó la confianza de las estrellas mas importantes de la Argentina y el mundo.

Conocido como "el amigo de Pampita", podría ser llamado "el tipo más cercano y querido por toda la farándula". Bon vivant, amable, culto, educado, macanudo, gentil, estudioso, viajado y sobre todas las cosas respetuoso, este presente lleno de dicha, felicidad y buenos laburos en su rubro y en la tele no esconde un pasado difícil y doloroso que incluyó tendencias suicidas, transcurrido en su ciudad natal (Concordia, Entre Ríos) y que recordó para el programa Buen día Continental, donde fue entrevistado por Dominique Metzger y Diego Schurman.

"Yo era chiquito, vivía en un pueblo, era otra época, y de repente descubrí que me gustaban los chicos. ¡Ni siquiera sabía que existía la palabra gay! En esos años nadie lo podía decir ni tus padres entenderlo. Iba pasando el tiempo, los 10 años, los 12, los 15, y no lo podía hablar con nadie. Yo pensaba que era el único así, y todas las experiencias eran muy desagradables, sórdidas. ¡Fue durísimo! A los 15 años no quería seguir con la vida porque no le veía sentido, porque tenía un gusto diferente al de todos", comenzó.

"Me preguntaba con quién iba a formar una familia, con quien podía vivir, quién te va a amar ¡Con quién iba a tener sexo! Había otras cosas que me afectaban, pero eso era definitorio. ¡Tenía una sexualidad diferente a la del resto del mundo, nadie es cómo vos! Llegué a colapsar y estuve a punto de no seguir en este mundo, cosa que hubiese sido una pena porque después la vida me devolvió mucho. Hasta los 17 años fue difícil pero le mandé una carta documento a Dios y a los 18 cambió todo. Hace como 20 años que estoy enamorado y con la persona más divina del mundo", les dijo, sin medias tintas.

¿Qué lo salvó? Un llamado. "En ese momento -explicó- llamé a una psicóloga desde la plaza del pueblo. Llorando le expliqué que no tenía para pagarle y que en mi casa no podía contar lo que me estaba pasando, y esta mujer me recibió. Me hizo hacer un pacto que es genial: me dijo "vos estás mal, no tenés ganas de vivir, pero vamos a hacer un pacto", y me dio la mano. "Vos vas a seguir viviendo hasta que descubras por qué no tenés que vivir. ¡Pero bien seguro! Porque para termina con la vida hay tiempo. Vamos a postergar eso, porque después no hay regreso", explicó.

"Ella ubicó a mi mamá, con la tragedia que eso significó. Nadie me dijo nada pero mi mamá desde ese momento no fue la misma. Y bueno, después me vine a Buenos Aires. Lloré muchísimo pero lo pude superar. Ahora tengo dos vidas en una. Con todas las cosas que tiene, la vida es maravillosa. Viajar, disfrutar, soñar, leer, comer, hacer el amor. Hay tantas cosas por descubrir que merece ser vivida".

"Me vine en colectivo a Buenos Aires. Trabajé de cajero en el Supercoop. Siempre trabajé, incluso con el gobierno de Alfonsín que había un 4.000 por ciento de inflación. Mi primer trabajo en la hotelería fue de maletero. Yo no conocía a nadie acá, no había internet, ni celulares, nada. Iba en colectivo de un lado al otro, y cuando no tenés plata es carísimo hasta un sanguchito. Por ahí comía un plato de fideos en todo el día. Hay que estar presentable, tener un shampoo, ¡tener dientes! Si no, no te toman. Es caro buscar trabajo, pero hay que hacerlo", remarcó Oliveri.

"Un día pasé por una obra en construcción, pregunté qué estaban haciendo y me dijeron "un hotel". Les pedí trabajo y me dijeron "necesitanos un maletero". Y así empecé, cuando lo inauguraron, abriendo la puerta del hotel y de los autos que llegaban. ¡Y yo jamás había estado en un hotel! Hasta las dos de la madrugada subiendo valijas, ¿Sabés cómo me quedaba la espalda? ¡Arruinada! El sueldo no me alcanzaba para nada, comía con las propinas. Miraba al cielo y decía "Dios, ayudame a salir adelante". Siempre di lo mejor. Siempre con una sonrisa. Y siempre con esfuerzo: con lo poco que ganaba estudié inglés, fui haciendo cursos de marketing, de ventas", agregó.

Por último, señaló que "Las pocas vacaciones que tenía las fui combinando con estudio. Una vez fui a San Francisco y estudié 3 meses, y así fue creciendo, hasta que una vez me tomaron en una cadena 5 estrellas, que para mi fue casarme con una estrella internacional. Entré como ejecutivo de cuentas, y llegué a ser gerente de ventas". Me curé de cholulo porque los vi a todos. A Madonna tres veces, a Los Rolling tres. Mientras yo comía seis medialunas, Madonna tomaba jugo de naranja y después iba al gimnasio, ¿Cómo no va a tener ese lomazo?"

"Jagger me preguntaba el nombre y me llamaba Gabriel, un divino. Paul Mc Cartney es vegetariano y te manda las recetas antes para que se las prepares. Elton John pidió los mismos almohadones que tiene en su casa. Traté presidentes, papas. A Mario Vargas Llosa le pregunté cómo se escribe un libro, y me aconsejó leer mucho y "pedirle a Dios que te ilumine". A Fidel Castro lo acompañé en el ascensor y me preguntó si conocía Cuba, le dije que no y me habló 40 minutos. ¡Y fui 14 años seguidos a Cuba! Me dejó una carta para el director del hotel nacional de Cuba y me dieron la mejor habitación porque era "el amigo de Fidel", terminó.

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