Dos acciones definieron la postura de Marlene Montaner, la esposa de Ricardo, ante el casamiento de su hijo Ricky con Stefi Roitman. La primera tuvo que ver con la organización general del evento que se concretó el sábado y que unió al cantante con la actriz en matrimonio.
Marlene fue la encargada de estar detrás de cada uno de los detalles que incluyó el mega evento para 600 personas en El Dock Haras, en Exaltación de la Cruz. La mamá del “clan” definió desde lo más sencillo hasta lo más complejo de lo que fue una boda de príncipes, sin permitirle a Stefi tomar ningún tipo de decisión. Quizá, tuvo que ver con que ella y Ricardo se casaron seis veces y tienen experiencia en la organización de este tipo de eventos.
Sobre lo único que Roitman tuvo “potestad” fue sobre el vestido de novia, en color blanco, con escote y larga cola que quiso hacerlo con un diseñador argentino y su elección hizo que luciera un diseño de Justo Ocampo. También estuvo a su cargo definir su segundo y tercer looks de casamiento, que usó para bailar tranquila y relajada y preservar, para el recuerdo, el que usó durante la doble ceremonia: judía y evangélica.
Pero también ahí hubo un “choque de intereses” con quien ahora es formalmente su suegra. Porque Montaner eligió lucir un vestido también en tonalidad blanca para la gran boda de su hijo, desafiando todas las tradiciones habidas y por haber.
Desde viejos tiempos, se considera que la suegra no puede usar el mismo color que la novia, y en general, hay una comunicación interna entre ellas para que la futura esposa “apruebe” el estilismo de quien será su suegra. Lo mismo pasa con la mamá de la novia, quien conversa con su hija para no elegir la misma tonalidad y terminen “compitiendo” los colores.
Al parecer, Marlene no le dio ninguna importancia a esa “regla simbólica” y lució un vestido de mangas largas y escote con color blanco brilloso que, además, en las fotos familiares se destaca por su similitud con la novia.
