Madrid todavía está temblando: Lali Espósito y María Eugenia Suárez, dos de las argentinas más famosas y queridas del ambiente artístico, se encontraron allí durante la entrega de los premios Platino, y al menos por esos minutos todo quedó en segundo plano. Los ganadores, los perdedores, los discursos, los looks, los que estaban contentos, los que andaban a las puteadas. A nadie le importó nada de eso cuando la morocha y la rubia quedaron cara a cara.
Había gran expectativa por la cumbre entre las dos artistas jóvenes más importantes del país. Solo faltó Tini Stoessel -involucrada en estos días en un explosivo blanqueo de romance con el futbolista Rodrigo De Paul-y hubiera sido el choque de estrellas más importante de los últimos 5 años por lo menos. Las imágenes demuestran que nadie salió defraudado.
Lali es la reina tanto de la música como de la actuación. Todo lo que toca lo convierte en oro: una serie suya asciende rápidamente a los primeros lugares de los rankings de las plataformas. Una canción explota de visitas y de comentarios en cualquier red social. Cualquier recital puede agotar localidades en cuestión de horas, aunque ahí Tini puede llevarle alguna delantera.
¿Hace falta explicar quién es la China y la revolución que provoca, para bien y para mal, con cada una de sus actitudes? Por las dudas, ahí vamos. Lo que nunca podrá lograr la China Suárez será pasar inadvertida. Cualquier cosa que haga, hasta las más sencillas, será motivo de análisis y de crítica -positiva o negativa- por parte de la prensa y de la gente. Si le faltaba alguna pizca de popularidad, el "Wandagate" elevó esa situación a la enésima potencia. Hasta hubo hombres que le propusieron que "les arruinara la vida y el matromonio" si es que Icardi, finalmente, no le daba bolilla. Eso es lo que genera ella.
Apenas se vieron, poco antes de que comenzara la ceremonia que premia a lo mejor del cine y la televisión del "mundo iberoamericano", el "mundo" se detuvo. Sobre todo para los periodistas argentinos que estaban cubriendo el evento. Veloz como pocos, la periodista Silvina Ajmat -"tucumana como la zamba" se define en su bio- lo reflejó en sus redes sociales. En cuestión de segundos, su cuenta de Twitter se llenó de expresiones de celebración y de saludos.
Lali y La China se dieron un beso, primero, para luego fundirse en un largo abrazo que en un momento pareció no tener final. Luego, cuando se escucharon los primeros acordes de la música, se entregaron a una serie de pasos de bailes al borde de lo sensual, mientras el resto del mundo estaba en lo suyo. Pocos minutos después, el mundo volvió a funcionar y a moverse. La cumbre ya había terminado.
