Decenas, cientos, miles de usuarios de las redes sociales acusaron a La Joaqui de haber desafinado en pleno recital. Sin embargo, no hablaron de una gaffe artística o de un tropiezo musical. Para nada: se refirieron a una "actitud humana" que tuvo con una colaboradora directa. Al verla actuar de esa manera, la llamaron "soberbia", "agrandada" y le imploraron que no olvida sus orígenes ni reniegue de dónde viene. ¿Pueden cancelarla?
En pleno concierto, que brindó ante una multitud enfervorizada que cantaba junto a ella cada una de sus temas, La Joaquí frenó unos segundos para dirigirse a uno de los costados. Le había surgido un imprevisto, uno de esos avatares inesperados que por más sencillo que parezca puede poner en riesgo la integridad física de una artista. Se le había desatado el cordón de una zapatilla.
Parece una pavada, pero no lo es. Pisar un cordón desatado puede terminar en un simple o mínimo tropiezo pero también en una caída de consecuencias difíciles de preveer, mucho más en escenarios llenos de artefactos o aparatos vinculados con la tecnología. Además, ella cantaba con un micrófono en sus manos. Lo más aconsejable era frenar, tomarse un instante, solucionar el asunto y seguir como si nada.
Nadie lo hubiera notado ni habría reparado en el asunto, salvo por un detalle. Efectivamente, La Joaqui se corrió a uno de los costados pero en vez de colocar el micrófono a un costado y atarse el cordón -lo que le hubiera demandado un puañado de segundos- llamó a su colaboradora y le dijo "Ay me atás los cordones por favor que si me agacho va a acoplar". Sorprendida y un tanto desorientada, la muchacha la miró y le preguntó "¿Qué?", y La Joaqui, que ha protagonizado varias polémicas como jurado de Got Talent, insistió: "si me atás los cordones".
LA JOAQUI FUE ACUSADA DE TENER UNA ACTITUD SOBERBIA Y SOBRADORA CON UNA ASISTENTE EN PLENO RECITAL
La cosa se puso medio rara. Pero la joven accedió y "procedió", como se dice ahora. Mientras se dirigía a las zapas de la Joaqui para solucionar el problemita, la cantante volvió a hablar y, según sus críticos, terminó de derrapar. "Es para que el micrófono no haga ruidos feos, no es para que la rubia se agache, nooooo" gritó entre sonidos de ocasión. La gota que rebalsó el vaso de aquellos que se convirtieron en sus "haters" fue que volvió a cantar sin agradecerle ni decirle nada a su asistente. Si te he visto no me acuerdo.
Los comentarios se fueron multiplicando y resultaron demoledores. Algunos demasiado hirientes o directamente violentos en contra de la cantante. Pero la gran mayoría giraba en torno a una serie de conceptos: gritarle que se "había agrandado" y que tenía "actitudes de soberbia" cuando antes era muy querida, precisamente, por ser humilde y por reivindicar sus orígenes. Muchos le pedía que "volviera a las fuentes y no se olvidara de dóne venía" (con otras palabras, por supuesto) y también hubo infinidad de gente que se preguntó "por qué no soltó el micrófono, si acoplaba, y con las manos libres se ataba ella los cordones?".
