El legendario e histórico periodista César Mascetti, pareja de Mónica Caehn D´Anvers y conductor durante muchos años del noticiero Telenoche, emblemático informativo de Canal 13, falleció esta mañana a los 80 años de edad. La noticia conmovió al ambiente televisivo y artístico de la Argentina, donde "Mónica y César" fueron "desde siempre" una de las parejas preferidas de la gente.
La información fue confirmada por el círculo íntimo del periodista muy cerca del mediodía, instante en el que todo el medio se vio cubierto por un inmenso e intenso dolor. Mascetti vivía con su colega -y durante muchos años compañera de dupla imbatible- Mónica Cahen D´Anvers. Era uno de los hombres más queridos, respetados y admirados del medio.
Durante muchos años habitaron una casona del barrio de San Telmo, a la que dejaron para radicarse cuando encontraron su lugar en el mundo: San Pedro, en el norte de la provincia de Buenos Aires, donde se establecieron para siempre y donde atendían y estaban al frente de un emprendimiento agrícola y turístico llamado La Campiña. Allí se reugió, también, para pelear contra el cáncer en las vías biliares que le habían diagnosticado hace un tiempo y que hoy, lamentablemente, fue el motivo de su deceso.
En dupla con Mónica o de manera individual, César fue sinónimo de información rigurosamente chequeada y de palabra sobria y mesurada hasta para dar a conocer las noticias mas crudas. Era, al mismo tiempo, un hombre calmo y medido para celebrar las novedades positivas. Quizás haya sido esa, la del equilibrio, una de las mayores virtudes que lo acompañaron a lo largo de su enorme trayectoria profesional.
Aquellos que trabajaron con ambos destacaron siempre a los dos como buenas personas, gente atenta, humilde y bien humorada. Y de él siempre dijeron que era un tipo noble, de buenos sentimientos, campechano, querible, honesto, y en general alegre.
Cuando decidieron que era hora de dar las hurras y dejar Telenoche, el noticiero al que le imprimieron su estilo y al que convirtieron en el indiscutido líder de audiencia, se radicaron en "La campiña" de San Pedro, a la que cuidaron con manos de orfebres y vocación peregrina. Desde allí siguieron el acontecer de la actualidad argentina y mundial, y se dedicaron a sus otras dos pasiones: la actividad agrícola y turística. Aquella vez le dejaron la posta a otra dupla importante, la de María Laura Santillán y Santo Biassatti. Y quedaron inmortalizados en el corazón de la gente, algo que ni la muerte podrá romper.
