La noticia se conoció a la una y cuarto del mediodía y sacudió al ambiente periodístico argentino: Magdalena Ruiz Guiñazú, quien lideró durante más de cinco décadas los principales programas radiales y televisivos sobre el acontecer político y social de nuestro país, falleció a los 87 años de edad.
Hablar de Magdalena es, antes que cualquier otra cosa, adentrarse en un homenaje a un periodismo "de escuela", de galera y bastón, aprendido en grandes redacciones al lado de inolvidables maestros en el arte de informar sin caer en los precipicios de las opiniones que pueden molestar a la gente.
Dueña de un estilo único que hizo gala como nadie del "lo cortés no quita lo valiente", Magdalena era capaz de decir las cosas más fuertes o más duras sin perder la compostura ni perder jamás la línea. El respeto a los demás era la línea distintiva de su modo de encarar entrevistados, temas e informes.
Esa manera inigualable de contar la vida y el acontecer de los argentinos no pasó inadvertida para nadie. Ni para la gente, que la eligió como una de sus preferidas para enterarse de las cosas importantes, aquellas que deicidían su vida, ni tampoco para sus colegas, que la admiraron como a nadie al punto que la premiaron 14 veces, nada más y nada menos, con el preciado Martín Fierro.
El prestigio de Magdalena fue creciendo de tal modo que a mediados de los 80 fue convocada para formar parte de la Conadep, la comisión nacional que investigó la desaparición forzada de personas durante la sangrienta dictadura militar que tomó por asalto el poder el 24 de marzo de 1976 y se mantuvo allí hasta el 10 de diciembre de 1983, cuando Raúl Alfonsín asumió como presidente convirtiéndose en protagonista central del regreso democrático.
Su trayectoria profesional incluye "cientos" de éxitos y de títulos inolvidables, quizás no por sus "picos de rating impresionantes" sino por la calidad del periodismo que ella ejercía. Es difícil elegir o quedarse con alguno, pero el primer nombre que surge, por cercanía en el tiempo, es "Magdalena tempranísimo", el programa que la encontró en la madurez cenital de su carrera y estableció uno de los últimos mojones de periodismo serio y responsable que se recuerde en la radio y la televisión argentinas. Fue una gran profesional hasta el último de sus días, y así será recordada de aquí a la eternidad.
