Cada noche su sonrisa ilumina el piso y atrapa la cámara. Nahuel López Matheu se destaca en Bienvenidos a bordo, donde protagoniza el desafío de las dominadas, ese esfuerzo físico, en el que nadie lo puede destronar por el momento.
Más allá de su exitosa participación, con la que acumuló un enorme premio económico, el carpintero ya se transformó en un personaje público. Los espectadores se sienten representados por su humildad y su historia de persona que trabaja a diario en el negocio familiar.
En cuanto a su inclusión en el ciclo de Guido Kaczka, Nahuel contó: “Llegué al programa con el objetivo de sacar el lingote. Pero se me ocurrió decirle a Guido, con todo respeto, que en algún momento me dejara desafiarlos a los chicos. Y así arrancó esta aventura”.
En charla con Teleshow, el fachero describió su postura ante el reconocimiento en la calle: “Lo primero que hago es agradecer. La gente me agradece a mí porque dice que le trasmito alegría. Es una enorme satisfacción, porque no estoy haciendo ningún personaje. El que se ve en la tele, ese soy yo”.
Con los pies plantados bien firmes, Matheu no se marea y pondera su oficio familiar: “Soy un pibe de barrio que trabaja con su familia. Le estamos metiendo a la carpintería todos los días. Y hoy, a pesar de estar en el programa, sigo con eso porque ahí está mi origen, mi eje y mi estabilidad”.
A la hora de recordar los orígenes de su trabajo en la carpintería, Nahuel sorprendió: “A los 14 o 15 años, más o menos, iba al colegio a la mañana y, por la tarde, mi viejo me venía a buscar para que fuera a ayudarlo a la carpintería. Pintaba maderitas, juntaba el aserrín…”.
Y en lo relacionado a su dedicación a este rubro, el morocho narró: “Como yo lo acompañé desde chico a mi viejo en esto de diseñar, proyectar, crear y armar, siempre quise ir por ese lado. De hecho, empecé a estudiar Diseño Industrial en la Universidad de Lanús y llegué a la tecnicatura”.
