Un simple click es suficiente para conocer los restaurantes de Germán Martitegui desde una fastuosa torre de Kuala Lumpur, desde un parque público de Ciudad del Cabo, desde un condominio de Copenhague, desde la avenida principal de Porto Alegre, desde el mercado del bajo de San Miguel de Tucumán, desde un barco que navega el mar Adriático o desde un quinto piso en Mataderos. Internet acortó todas las distancias y apretar una sola vez con el dedo o el mouse alcanza para descubrir que es uno de los mejores del mundo en el difícil y competitivo arte de preparar manjares y banquetes. Así de fácil se comprueba que es respetado, admirado y elogiado en todo el planeta. Conocer la "otra cocina de su vida", su privacidad, es casi imposible aún estado al lado de él.
Aún sin meter una sola vez sus manos en las ollas y las sartenes, sin siquiera prender el horno o enchufar el microondas, Martitegui es una de las figuras más importantes del programa del año, Masterchef Celebrity. Sus agrias y rigurosas devoluciones y sus peleas con algunos participantes (menos con Vicky Xipolitakis, con quien parece tener cierta debilidad) lo transformaron en uno de los actores centrales del ciclo. Es, sin dudas, el jurado más estricto. Por el contrario, Donato de Santis se muestra como el mas "compinche" con los famosos y a Damián Betular se lo puede ubicar en un terminó intermedio entre ambos.
Masterchef tiene una medición promedio de 15 puntos de rating. Con picos que bordean los 18 puntos, se puede considerar que cada noche, con algunos espectadores que se vayan y otros que estén llegando, hay alrededor de dos millones de personas pendientes, a todo instante, de lo que hacen "las celebridades" y de los que dicen los jurados. Qué consejos dan, cómo pruebas los platos que les presentan y de qué forma hacen las devoluciones.
Hasta las puertas de su casa, de Martitegui se sabe todo. O casi. De allí para adentro, en cambio, muy poco. El único dato preciso que hay es uno muy importante, acaso el más trascendente de todos los que se podían conocer. A los 50 años, el propietario del restaurante "Tegui" (clasificado entre los 25 mejores de toda latinoamérica y según algunas publicaciones uno de los los 100 mejores del planeta) y futuro responsable del bistró "Marti" decidió ser padre monoparental. Es decir quiso ser papá solo. "Nadie de afuera de su circulo íntimo supo algo hasta que los nenes estuvieron en su casa", dicen sus amigos.
A través del método de subrogación de vientre -que en la farándula argentino ha tenido una especie de "pico de popularidad" a partir de los casos de Florencia de la Ve, Flavio Mendoza, Luciana Salazar, Marley y Diego Topa- Martitegiui tuvo a sus dos hijos, Lorenzo y Lautaro, con una mínima diferencia de 6 meses.
Es lo único que se conoce de su intimidad. Eso y que durante la cuarentena se volvió fanático del delivery y de ir al super, donde se horrorizó con el precio de los productos. Del resto, cero. Nada. "Me siento cómodo así, de mi vida no hablo con nadie. Sólo con mis amigos. Quiero que se me conozca por mis platos", dijo alguna vez.
Quiénes fueron sus parejas, qué piensa de las relaciones sentimentales, si está soltero o de novio, con qué partido político simpatiza, por qué artistas se le cae la baba o de qué club de fútbol grita los goles es un completo y absoluto misterio que no hay manera de desentrañar. El lo considera una de las claves de su equilibrio emocional. Mantener bajo siete llaves su privacidad. Es uno de los secretos de su éxito.
Ni siquiera ahora que dio positivo de Covid-19 se romperá ese embrujo. "Fuera de cámara es otra persona, muy divertida, buena onda, pero siempre reservada", dijo Narda Lepes hace algunos días. "Él hace ese papel de duro, pero es un amor, quizás es el más rígido. Tiene esa mirada fría, trata de hacer un chiste y a veces se ofende porque no le sale, hasta cuando quiere ser bueno, el otro no entiende”, agregó la chef.
Apenas se sabe que en su casa, cuando cocina él, lo que mas se come son milanesas. Nada de platos supersofisticados ni preparaciones demasiado complejas. Si en casa de herrero cuchillo de palo, donde vive uno de los mejores chefs del mundo se morfa sencillito y sin pretensiones. ¡Sabor!
