De la calma a la erupción furiosa de un volcán. El Wandagate no se apagó, todo lo contrario, continúa latente, con material explosivo para crear nuevas controversias, más capítulos al escándalo más resonante de los últimos años.
Esta historia escabrosa de la infidelidad de Mauro Icardi a Wanda Nara, que consumó con esa noche de lujuria, pasión y desenfreno con la China Suárez en un hotel parisino, sigue en la palestra, en la mirada atenta de la opinión pública.
Este martes se emitió la segunda parte de la entrevista de Susana Giménez con Wanda Nara, tras aquel primer envío tan promocionado que no sació al espectador, por la ausencia de profundización en el meollo del entuerto.
Lejos de ofrecer alguna revelación filosa o sustancial, este tramo se centró en recorrer la mansión de Wanda, salir por las calles francesas y hasta subirse en el auto sideral. Pero en todo ese contenido naif, la mediática entregó una concepción peculiar sobre Maxi López.
Tras años de enfrentamiento, de juicios, de reclamos económicos, Wanda se animó a hablar positivamente de su ex marido y valoró la colaboración que recibió del futbolista en los días más álgidos cuando descubrió la infidelidad de Icardi con María Eugenia.
Así, Wanda sorprendió con la descripción de la injerencia de Maxi en esos momentos de angustia, de lágrimas, de exasperación. “Después de todo esto se acercó muchísimo más y se encontró con nenes más grandes. Fue tan lindo lo que hizo estos días que necesitaba que mis hijos estén un poco alejados de una época fea de mi vida”, expresó.
Tal magnitud, que Nara hasta reconoció que ya no la mueve un sentimiento de enemistad con López: “Que él me haya ayudado… es como que borré (el pasado) . Yo no tengo rencores. Le agradecí lo que hizo con los nenes, ellos la pasaron re bien”.
